La propuesta de limitar las temperaturas del aire acondicionado y la calefacción, y de mantener las puertas cerradas contribuye al ahorro energético, sin olvidar que la ventilación debe estar garantizada según normativa.
Las nuevas medidas del gobierno para contribuir al recorte del 7% de consumo de gas en los próximos meses, de acuerdo con la reducción de la demanda aprobada recientemente por la Comisión Europea, establecen de manera obligatoria que empresas, comercios, hoteles o transportes apliquen los siguientes límites: la temperatura en interiores no podrá bajar de los 27 grados en verano ni superar los 19 en invierno. Adicionalmente, tampoco podrán mantener las puertas abiertas para evitar el derroche.
Los límites de temperatura son los mismos que aplican desde el pasado mes de mayo a la Administración General del Estado, según la Orden PCM/466/2022, de 25 de mayo, por la que se publica el Acuerdo del Consejo de Ministros de 24 de mayo de 2022, por el que se aprueba el plan de medidas de ahorro y eficiencia energética de la Administración General del Estado y las entidades del sector público institucional estatal.
En opinión de AFEC, son medidas que suponen un esfuerzo, pero viables, y que suponen un ahorro de energía, cuya cuantificación depende del tipo de local, la eficiencia de los equipos y de la instalación, y su regulación y control. Por ofrecer una magnitud, existen fuentes que proponen ahorros de entre un 6% y un 8% de ahorro por cada grado que se sube (en aire acondicionado) o se baja (en calefacción) la temperatura.
Desde un punto de vista de marketing empresarial, una puerta cerrada puede ser percibida como una barrera al acceso, y por tanto no se fomenta el “consumo por impulso”. Pero la propuesta de mantener las puertas cerradas realmente contribuye al ahorro energético, siempre teniendo en cuenta que, al ser servicios comerciales y públicos, la ventilación debe estar garantizada según normativa y no meramente a través de la apertura de puertas y ventanas.
En Francia, sin ir más lejos, se ha prohibido que los comercios tengan las puertas abiertas mientras funcionen el aire acondicionado y la calefacción, con el argumento de que tenerlas abiertas supone un 20% más de consumo.
Por otro lado, existen precedentes en España de otras “barreras” al consumo por impulso, que realmente no han supuesto ningún freno ni perjuicio al comercio. Como ejemplo, las puertas en los muebles refrigerados y las tapas en los arcones de congelados en los supermercados: lo que inicialmente se percibía por parte de algunos como un obstáculo, simplemente fue un cambio de hábito.
En un centro comercial grande el control de la temperatura es complejo, tanto por la diversidad de espacios, como por la variación de ocupación de personas, además de la existencia de otras posibles fuentes de calor en el interior (por ejemplo, iluminación que no sea de bajo consumo). Limitar mediante el cierre de puertas la entrada de aire caliente a un local que se pretende refrigerar, además de ser beneficioso para una climatización más eficiente, contribuye significativamente a facilitar la regulación y control del sistema integral de la instalación térmica.
Los sistemas de regulación y control son críticos para el ajuste de la temperatura y para mantener los niveles de humedad relativa, de manera que se cumplan las condiciones de confort y de salud necesarias, con el mínimo consumo energético. La temperatura ideal se define generalmente entre 24 y 27ºC, y la humedad relativa entre el 40 y el 60%.
Por último, hay que asegurar una buena calidad de aire en el interior del local, y esto se consigue con suficientes renovaciones de aire, un mantenimiento adecuado de los sistemas de ventilación (por ejemplo, la sustitución regular de filtros) y la instalación de sistemas de purificación del aire. A este respecto y puesto que “lo que no se mide, no se puede controlar”, se recomienda el uso de dispositivos que indiquen la concentración de CO2, partículas en suspensión, compuestos orgánicos volátiles, entre otros, dado que esos datos permiten a los comercios monitorizar el nivel de calidad de aire y regular y ajustar apropiadamente el sistema de ventilación.