El autoconsumo de energía será clave en la descarbonización del parque inmobiliario, así como en otros retos de carácter más transversal, como la reactivación económica tras la crisis sanitaria de la COVID-19, la transición energética justa, el reto demográfico y la economía circular.
Para llevar el autoconsumo compartido a aquella parte de la población que, por la falta de recursos o de espacio, no puede tener autoconsumo individual, la Asociación de Empresas del Sector de las Instalaciones y la Energía (Agremia) se ha unido con la empresa Barter para la creación de comunidades solares que sean capaces de suministrar a los ciudadanos energía solar 100% renovable, generada de forma local, sin necesidad de tener tejado propio (en el hogar, pyme o local) ni invertir en la instalación.
Esta alianza energética se apoya en los instaladores para la implantación de instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo colectivo que faciliten llevar energía cercana al consumidor final. “Agremia nos ayudará a ampliar nuestra red de colaboradores a la vez que aporta a sus pymes y autónomos asociados la oportunidad de instalar y mantener instalaciones fotovoltaicas destinadas a dar energía a sus clientes y vecinos cercanos”, explica Isabel Reija, CEO y fundadora de Barter.
Para Emiliano Bernardo, presidente de Agremia, “el sector instalador es fundamental para impulsar la creación de las comunidades solares y el autoconsumo compartido en nuestro país. Por su amplia experiencia, el instalador profesional es un actor clave para facilitar el desarrollo de un sistema eléctrico más abierto y participativo”.
El principal objetivo de esta unión entre Barter y Agremia es convertir las comunidades solares en una nueva opción de generación y consumo de electricidad para conseguir un mayor ahorro para el consumidor final, proporcionando un marco de colaboración tanto en la tramitación como en las condiciones de instalación de este tipo de proyectos.
A través de este acuerdo, Barter se convierte en el músculo financiero del sector instalador, haciéndose cargo, por un lado, de la inversión para la instalación de los paneles fotovoltaicos en las cubiertas de los edificios y, por otro, de la posterior comercialización de la energía generada, dando la oportunidad al consumidor final de beneficiarse de esta energía cuando es producida por otro tejado cercano, en caso de no disponer de uno propio.
De esta manera, con el consumo de energía renovable, además de contribuir a la reducción de la huella de carbono, el usuario podrá ahorrar en la factura de electricidad hasta un 20% de la tarifa eléctrica media residencial.