Las altas temperaturas ya están aquí, incluso hemos pasado ya por la primera ola de calor del verano, con temperaturas insoportables. En ese momento es cuando aparece la inevitable tentación de encender el aire acondicionado para estar un poco más frescos. La mala noticia: tener mucho tiempo encendido el aire acondicionado dispara la factura de la luz. De hecho, según datos de la Asociación de Empresas del Sector de las Instalaciones y la Energía (Agremia), podría suponer un aumento de hasta 30 euros mensuales. Por eso es importante saber cómo utilizarlo de forma adecuada y pagar únicamente lo necesario.

1. Etiqueta de eficiencia energética

El primer consejo es intentar que el aparato que elijamos siempre cuente con etiqueta de eficiencia energética, ya que si gastamos menos energía también ahorraremos en la factura. Esta etiqueta se encuentra en la mayoría de los aparatos y electrodomésticos, y sirve para saber cuál es la capacidad que tiene para realizar su función con el menor consumo de energía. Es por ello que lo más recomendable es elegir equipos con la mayor calificación. Los aires acondicionados más eficientes suelen ser más caros que los que tienen un consumo energético más elevado, pero sin duda son una gran inversión a medio-largo plazo.

Además, la mayoría de estos aparatos disponen de un modo ‘eco’ para un extra de ahorro y eficiencia. La función de este botón es elevar la temperatura de referencia en verano (modo refrigeración) y bajarla en invierno (modo calefacción) para ahorrar energía.

2. Aislamiento de la vivienda

Es uno de los puntos más importante para ahorrar dinero en la factura a final de mes. Aislar puertas y ventanas de la mejor forma posible evita la perdida de la temperatura dentro del hogar. Esto puede suponer un ahorro de hasta un 30% en climatización, también en verano.

En verano, con tantas horas de sol y luz, la temperatura en el interior suele aumentar, exigiendo aún más el trabajo constante del aire acondicionado. Para estos casos, es recomendable instalar toldos y persianas, para evitar que los rayos incidan directamente en las paredes de la casa y logrando así una temperatura más fresca y agradable.

3. La temperatura sí importa

La temperatura del aire acondicionado suele ser siempre un tema de debate tanto en casa como en la oficina. La realidad es que no es necesario programar el aire acondicionado en 16º para sobrevivir a la ola de calor.

La temperatura de confort en realidad depende de la época del año. En invierno, oscila entre 20-22º, pero en verano se sitúa en torno a los 22-25ºC, con un nivel de humedad entre el 45% y el 60%, según el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE). Es importante recalcar que por cada grado menos, el consumo de aire acondicionado aumenta entre un 6-8%.

Otro punto fundamental de la temperatura del aire acondicionado es que la diferencia entre la temperatura externa y la interior nunca debe superar los 12 grados, por el choque térmico que podría provocar al pasar de un ambiente a otro.

También es importante controlar la temperatura a la que se encuentra el aparato. La instalación del aire acondicionado en una zona u otra puede afectar al rendimiento y al consumo. Es por ello que los usuarios deben tener en cuenta que el lugar de instalación del aparato no reciba luz solar directa.

4. Limpieza y mantenimiento

La limpieza del aire acondicionado siempre es una recomendación clave a la hora de garantizar un correcto funcionamiento, lo que permitirá gastar menos, dado que un aparato de aire acondicionado consumirá más energía para mantener la temperatura deseada cuando está sucio. Todos los aparatos de aire acondicionado tienen sistemas de filtrado, uno para detener el polvo y otro para eliminar impurezas y olores. Para asegurar su buen funcionamiento, es necesario mantener los filtros libres de polvo y limpiar el aparato al menos una vez al año. La limpieza puede realizarse con agua templada e incluso con jabón líquido, una vez secos, se pueden volver a colocar.

5. Evitar ponerlo por la noche

En las noches de calor es muy común dejar el aire acondicionado encendido hasta el día siguiente. Pero por norma general, la temperatura baja por la noche, lo que hace posible prescindir de él. Con el objetivo de ahorrar tanto en la factura de luz como en el consumo, lo ideal es programar el aparato para que se apague por la noche, o al menos utilizar un termostato para regular la temperatura.